Procedencia: acrílicos

todo lo que alcanza el cuerpo a hacer en vida
brodsky

berta garcía faet

Formo parte de aquel selecto grupo de chicas
a las que Las Chinas han acariciado el pelo
¿es natural? ¿es natural? ¿es natural?
y los chicos comido concienzudamente
muslos y omoplatos en garajes y autocines


“Me casaré contigo. Verás. Me casaré contigo.”


Desde sus cubitos-corazón, los inocentes
numerosos mirones supuestamente imparciales
(hoy, por sinestesia, físicos, aves y piedras,
un médico, un músico, un gestor de manías)
se empeñaron en proclamar el supuesto prodigio
de mis atributos visibles (los de todas las chicas)
(que, a los quince, somos todas la misma:
un dibujo de Brenda, vulva-mirto-en-el-agua,
¡mirad los pellizcos!: violetas contra el mundo).


Hoy está claro:
el amor lo ve todo muy bello


muchas gracias a lo cual
formo parte de aquel selecto grupo de chicas
que, en la adolescencia,
no hicieron régimen


“¿Nos vamos a París? ¿Nos vamos a París?”
“Me casaré contigo. Verás. Me casaré contigo.”


Los chicos (hoy la mayoría filósofos de la ciencia,
escultores de fresas, pintores de heridas, diplomáticos)
se atrevían,
se atrevían a sangrar por las rodillas
(su menstruo divertido),
se atrevían,
y nosotras —lógicamente vírgenes y drogadas—
creíamos muy importante
cerrar mucho los ojos al besarnos.


Hoy está claro:
fueron tiempos felices


muchas gracias a lo cual
formo parte de aquel selecto grupo de chicas
a las que acechaban por los mares los hombres excesivos
—nos moríamos de miedo, corríamos, sudábamos;
pero nos sentíamos bonitas: eso bastaba: eso entonces
bastaba—,


y los chicos nos juraban apasionadamente
atrocidades y absurdos en cementerios y playas;


y los chicos exponían con notable entusiasmo
sus motivos: “es baratísimo, verás, te lo prometo”;


y los chicos adoraban increíblemente subversivos
cada una de nuestras explosivas fotosíntesis.


Hoy está claro:
fuimos precoces en la exuberancia


muchas gracias a lo cual, más tarde, esta
no pudo confundirme


y he sabido
que, si el criterio es la valentía,
todo es decadencia desde los trece.


Ya que formo parte de aquel selecto grupo de chicas
a las que Las Chinas Del Verano Inglés acariciaban el pelo
¿cómo lo haces? ¿cómo lo haces? ¿cómo lo haces?
y los chicos comían eruditamente
en literas y jardines vértebras y labios.


“Me casaré contigo. Verás. Cuando cumplamos veinte.”


Hoy todo está claro:
el amor lo ve todo muy bello,
fueron tiempos felices,


soy una coleccionista y,
celosa y sucia,
palpo


las páginas de mi acumulación.