Correspondencia








1

—¿Y por qué has venido a Delhi? ¿No ves que la gran ciudad yace tumbada como una cosa? ¿No ves lo que han hecho con ella los sahibs?

—He recorrido un largo camino desde Punjab. Regresé por el sabor terroso de las lentejas, por la dulzura imposible del jalebi.

Uno siempre vuelve a esta ciudad vencida.















2

Guardé una foto nuestra.

Habíamos salido y llegamos borrachos a casa. Estaba amaneciendo pero tú querías seguir tomando: prendiste la música y te pusiste a bailar mientras yo te veía desde el sillón.

No sé en qué momento nos quedamos dormidos.

Al despertar me levanté a buscar la cámara, la puse sobre el escritorio programada para tomar una foto [5] y regresé a acostarme junto a ti. [4] Cuánta belleza en un cuarto tan chiquito. [3] Algún secreto nos pertenecía, estoy segura. [2] Por favor escríbeme si te acuerdas de él. [1]













3

Habito en ti como el naan habita en los trigales de Udaipur.













4

Todo está dormido. Ahora mismo, cuando yo esté volando en el avión nocturno, todo en la Tierra estará dormido: Delhi dormida, Londres dormida, la Ciudad de México dormida. Después de días y días de insomnio he logrado quedarme dormido y al otro lado del mundo, a una distancia que se acorta a cientos de kilómetros por hora, duermes tú dándome la espalda. Imperceptiblemente, las dos eses que somos se aproximan.

No hagamos ruido, nadie encienda la luz, que nuestros perros a los pies de la cama no se muevan. Que el avión flote por siempre como flota ahora.

Quisiera no estar nunca en ningún lado.



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